Cambio de fondo
Por: Macario Schettino
El Universal
Martes 05 de diciembre de 2006
Pocos días antes del cambio de gobierno, Ana Cristina Covarrubias, encuestadora de López Obrador durante la campaña, reconoció ante sus colegas que el 2 de julio sus datos le indicaban que Felipe Calderón había ganado por cerca de un punto porcentual. Se confirma, entonces, que López Obrador sabía, desde la misma noche de la elección, que había perdido. Se confirma, como lo dijimos en estas páginas, que desde entonces ha mentido, una y otra vez, para crear una crisis política.
Nunca hubo evidencia alguna de fraude, porque éste nunca existió. Y nunca hubo la intención de que se contara voto por voto, como sabemos, porque el PRD nunca lo solicitó. Y no lo hizo, como ahora debe ser evidente, porque sabían que habían perdido. Su única apuesta era anular la elección.
Todo el escándalo alrededor del fraude tenía la única intención de crear un ambiente de crisis que hiciese razonable la anulación de la elección. Es un montaje mediático de aquel que tanto se queja de que los medios no le hacen caso.
Con la excusa de un agravio que, ahora vemos, nunca existió, López Obrador y el PRD han jugado un juego perverso. En cada evento significativo, tensan la cuerda hasta donde sea posible, pero dejando abierta la puerta al cumplimiento de la ley, o a algo que pueda interpretarse así. Es decir, ponen al país al borde de la crisis constitucional, aunque con la expectativa de no llegar nunca a ella.
Este juego le está costando mucho a ese partido. Tal vez mucho más de lo que imaginan. La actitud golpista del PRD es posible que le haya permitido mantener a su núcleo duro contento, pero los radicales nunca se satisfacen. Cada intento de golpe ha tenido que ser más violento, con lo que cada vez hay menos personas interesadas en seguir a un líder que ya sólo se solaza en el insulto y el desprecio.
El equilibrio numérico en el Congreso, por otro lado, es un incentivo para que sea el PRI el que coseche cada intransigencia perredista, puesto que el Frente Amplio Progresista, que agrupa al PRD, a Convergencia y al PT, no llega siquiera al 33% de las cámaras. Los acuerdos que se logren sin el Frente pueden llegar a ser modificaciones constitucionales. Y habiendo perdido el apoyo de millones de personas, el Frente ya tampoco tiene la calle.
La coronación del legítimo, lo mismo que la manifestación del viernes pasado, a duras penas juntaron 100 mil personas, que en esta ciudad, y para esa fuerza política, no son nada.
Repito: el Frente no tiene fuerza legislativa para bloquear reformas constitucionales; ha perdido la calle por su actitud golpista, salvo para sus seguidores más leales, que ya no son muchos; y ahora le están quitando las banderas desde la Presidencia. En su afán por no aceptar la derrota electoral que él mismo se asestó, López Obrador está acabando con su partido, si no es que ya lo destruyó.
Entiendo bien lo que los líderes perredistas han intentado hacer desde el 2 de julio. Aunque saben que perdieron la Presidencia , no quieren pecar de ingratitud con el líder que les llevó a ganar un tercio de los votos. Y no han querido arriesgarse a una ruptura interna que los pudiera dañar. Es posible que su decisión haya sido equivocada, y que hayan perdido más por este camino. Pero eso no es fácil de saber.
Como sabemos, la existencia de tres grandes partidos en un régimen presidencial no es estable. Lo que no podemos saber hoy es cuál acabará en los libros de historia y cuáles seguirán en la lucha política. El camino que ha seguido el PRD le ha dado una oportunidad extraordinaria al PRI. No creo que la quieran desaprovechar.
Insisto en que estamos en una nueva etapa de la política mexicana, que ya cerramos el periodo iniciado en 1986, y que habrá cambios de fondo en el mapa de partidos políticos que tenemos. En aquel año, los partidos se transformaron para enfrentar mejor el fin del régimen de la Revolución. Ahora deberán hacerlo para enfrentar un régimen democrático, que empieza a consolidarse. No conviene a los profesionales ignorar este proceso.
macario@macarios.com.mx
Profesor en la EGAP del ITESM-CCM
El Universal
Martes 05 de diciembre de 2006
Pocos días antes del cambio de gobierno, Ana Cristina Covarrubias, encuestadora de López Obrador durante la campaña, reconoció ante sus colegas que el 2 de julio sus datos le indicaban que Felipe Calderón había ganado por cerca de un punto porcentual. Se confirma, entonces, que López Obrador sabía, desde la misma noche de la elección, que había perdido. Se confirma, como lo dijimos en estas páginas, que desde entonces ha mentido, una y otra vez, para crear una crisis política.
Nunca hubo evidencia alguna de fraude, porque éste nunca existió. Y nunca hubo la intención de que se contara voto por voto, como sabemos, porque el PRD nunca lo solicitó. Y no lo hizo, como ahora debe ser evidente, porque sabían que habían perdido. Su única apuesta era anular la elección.
Todo el escándalo alrededor del fraude tenía la única intención de crear un ambiente de crisis que hiciese razonable la anulación de la elección. Es un montaje mediático de aquel que tanto se queja de que los medios no le hacen caso.
Con la excusa de un agravio que, ahora vemos, nunca existió, López Obrador y el PRD han jugado un juego perverso. En cada evento significativo, tensan la cuerda hasta donde sea posible, pero dejando abierta la puerta al cumplimiento de la ley, o a algo que pueda interpretarse así. Es decir, ponen al país al borde de la crisis constitucional, aunque con la expectativa de no llegar nunca a ella.
Este juego le está costando mucho a ese partido. Tal vez mucho más de lo que imaginan. La actitud golpista del PRD es posible que le haya permitido mantener a su núcleo duro contento, pero los radicales nunca se satisfacen. Cada intento de golpe ha tenido que ser más violento, con lo que cada vez hay menos personas interesadas en seguir a un líder que ya sólo se solaza en el insulto y el desprecio.
El equilibrio numérico en el Congreso, por otro lado, es un incentivo para que sea el PRI el que coseche cada intransigencia perredista, puesto que el Frente Amplio Progresista, que agrupa al PRD, a Convergencia y al PT, no llega siquiera al 33% de las cámaras. Los acuerdos que se logren sin el Frente pueden llegar a ser modificaciones constitucionales. Y habiendo perdido el apoyo de millones de personas, el Frente ya tampoco tiene la calle.
La coronación del legítimo, lo mismo que la manifestación del viernes pasado, a duras penas juntaron 100 mil personas, que en esta ciudad, y para esa fuerza política, no son nada.
Repito: el Frente no tiene fuerza legislativa para bloquear reformas constitucionales; ha perdido la calle por su actitud golpista, salvo para sus seguidores más leales, que ya no son muchos; y ahora le están quitando las banderas desde la Presidencia. En su afán por no aceptar la derrota electoral que él mismo se asestó, López Obrador está acabando con su partido, si no es que ya lo destruyó.
Entiendo bien lo que los líderes perredistas han intentado hacer desde el 2 de julio. Aunque saben que perdieron la Presidencia , no quieren pecar de ingratitud con el líder que les llevó a ganar un tercio de los votos. Y no han querido arriesgarse a una ruptura interna que los pudiera dañar. Es posible que su decisión haya sido equivocada, y que hayan perdido más por este camino. Pero eso no es fácil de saber.
Como sabemos, la existencia de tres grandes partidos en un régimen presidencial no es estable. Lo que no podemos saber hoy es cuál acabará en los libros de historia y cuáles seguirán en la lucha política. El camino que ha seguido el PRD le ha dado una oportunidad extraordinaria al PRI. No creo que la quieran desaprovechar.
Insisto en que estamos en una nueva etapa de la política mexicana, que ya cerramos el periodo iniciado en 1986, y que habrá cambios de fondo en el mapa de partidos políticos que tenemos. En aquel año, los partidos se transformaron para enfrentar mejor el fin del régimen de la Revolución. Ahora deberán hacerlo para enfrentar un régimen democrático, que empieza a consolidarse. No conviene a los profesionales ignorar este proceso.
macario@macarios.com.mx
Profesor en la EGAP del ITESM-CCM
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